29.

Lo único imperdonable

me acompaña hasta la casa,

sabiendo que no es mi hogar,

y hasta frente a mi reflejo,

con esos ojos que ya no reconozco.

¿quien se cayó del auto en movimiento?

Quedó tan desfigurado y perdido,

¿quién podría amarle?

dejémonos de chácharas

y de ríos de palabras:

no existe ni lo uno ni lo otro,

y curiosamente, sí,

empiezo a sentir la desfiguración,

y el abandono.

Lo único que queda se queda haciendo horas

hasta después de la hora de salida,

y no tiene miedo de decirme lo que piensa.

Se queda conmigo, sonriendome a la cara

cuando el resto sonríe,

se queda a sabiendas, de una estadía indeseada.

Lo imperdonable aparece junto a los destellos de conciencia,

después de un mal sueño,

me hace sentir como que no hay nada más allí,

que la amarga verdad de que te perdí.

28.

Quería llamarte para pedirte una cita, una pequeña reunión personal entre tu, yo, y nuestra habitación. Cerrar bien la puerta, que no salga ningún ruido ni quede impregnado en las paredes el sonido de lo que suceda allí. Quiero juntarme a llorar, porque a ciencia cierta, no tengo otro lugar que no sea frente a ti, y no lloro como infante sino es junto a ti. Cuando es solitario, me cuido de tantos detalles: no solo de la sonoridad, sino también del entorno, de no gritar o apretar tan fuerte, o de cómo las lágrimas mojan la camisa y cuanto tiempo se secarán ante este sol infernal...tanto me contengo, que ya ni siquiera se siente llanto, sino una excusa o una performance del sufrimiento que no tiene nada que ver con la vida (o la falta de la misma). Contigo puedo fantasear que de tanto deshidratarnos podremos flotar, que todo se irá y fluirá como un corte, y que de tanto llorar cumplamos nuestra cuota de llantos por una década, listos para afrontar otros desafíos. Contigo puedo fantasear que tomados de la mano la vida se nos va, para de pronto ver que todo lo sucio de nuestros ojos se fue, y que de pronto los colores se nos vuelven a hacer familiares, y que no nos soltamos. Contigo puedo escucharte llorar y acompañarte, hacer una sinfonía a dos voces del dolor, hasta que deje de doler, hasta que dejemos de sentir nuestros demoniacos sentires. Contigo puedo fantasear que de tanto llorar, no haya que llorar más, y que volvamos a otros verbos, esos que sí de tanto actuar, no paremos de vivir.

27.

Te mando mis brazos,

por ríos y corrientes de amor,

no importando si son caminos los que se interponen,

o acaso estamos sobre la misma tela,

si el viento sopla a favor de la barca,

o una recesión se avecina como un temblor.

Cuando cierras tus ojos, vienen a ti,

como las caricias que te hacen enternecer,

y cuando tus labios sonrien, tienen la fuerza

para levantar tus hombros,

con orgullo y vulnerabilidad, con toda dignidad,

cariño y familiaridad,

entrego a ti estos brazos, un abrazo de ensueño.

No importa si estoy tan lejos como en otro plano,

y donde las formas y los colores tienen sabores y metas a largo plazo,

o si estoy cerca, y uno de tus pies,

el más helado, se acerca a los mios a consultarle,

porque la verdad es que,

aunque solo me mirara el ombligo,

todo lo que transpiro, el olor que emano, los colores que reflejo,

la sonrisa que no puedo disimular,

todo huele a ti, sabe a ti, y me alegra

que sea así.

26.

Sintiéndome torpe e inepto,

fui a ese primer día de escuela,

dejando tanto de mi niñez atrás, para

abrazar con fuerza el destino,

como una fuente de gasolina necesaria,

para poder moverse en este nuevo

y tenebroso mundo.

Pero me miró con desagrado,

con arrepentimiento de dejar entrar a habitar

a quien sabe tan poco de otro,

y menos de si.

Ningún eterno se deja abrazar así,

perdiendole el sentido a los mitos,

faltandole el respeto a las narraciones ancestrales,

con un solo final posible,

ese que se hace claro ahora, pero innecesario.

Son crueles los caminos, mis pasos de niño

se cruzan con los de anciano,

sin poder escapar a la historia,

atrapado en narraciones más antiguas que la vida,

más inutiles que respirar,

más inutiles que esperar.

Acaso pudo ser distinto ahora, casi una vida después,

de haber arrepentido el camino, de haber resistido los brazos,

y de pavimentar ese camino que vuelvo a tomar

ahora con los ojos cerrados,

(porque me duele al mirar),

pero de niño son otras las historias, las que hacen volar,

y me pierdo con facilidad,

ahora muerto,

en historias de funerales, citas con la morgue,

y aventuras en el más allá,

esos días de verano en donde

las bendiciones se podían palpar,

y no dolían.

Me quejo contra quien sea responsable,

pero de tan solo no me queda más que romperme,

el odio que se haga presente,

porque el otro me falló,

sentencia sobre mi,

maldiciones sobre mi,

tridimensionales,

¿es mucho pedir que sea el eterno

infierno un poco más breve?

¿Es mucho pedir que se caiga el cielo,

que caiga en mis pupilas para reventar

acaso para liquidar, cualquier emoción?

25.

No puedo seguir escribiendo, no así,

sabiendo tanto como sé ahora

Me pierdo en dolores de alma, en partos de lágrimas,

y en vómitos de culpa,

pensando en que universo equivocado desperté,

en uno donde escribo palabras

en vez de decirlas al oído,

y en donde lloramos al unísono

y nos quebramos a turnos,

en vez de ese mundo donde los ojos brillaban

recordando lo feliz que se puede ser,

acariciando al unísono,

abrazándonos por turnos.

Qué puedo seguir escribiendo

si la memoria empieza a fallar

y nuestros nombres secretos

se empiezan a perder en conversaciones

que se sienten ajenas,

en otra frecuencia del dial del alma,

porque son mis palabras y las tuyas

pero las perdimos desde siempre,

como si no fuera el pasado,

sino que el presente se encargó de

destruirnos retroactivamente

y en dirección hacia un futuro perdido,

otro con otros nombres, otros sueños,

y otros fines.

Cuales son nuestros nombres ahora?

en esta otra continuidad?

Quizás nunca me los digas en voz alta,

y solo sean murmurados en un lugar más alto que los labios

cuando los dientes se aprietan y el corazón salta.

Quisiera no escucharlo, pero me los imagino,

tan distintos de los que aprendí a hacer míos.

Me perdí en este limbo, entre lo que y lo que nunca será

pero veo el futuro perdido como una neblina

de lo que debe ser en otro mundo,

uno que se siente fantástico,

y en donde yo soy como tu siempre imaginaste.

24.

Pasa desapercibido, como reflejo,

como si el par fuera unidad,

y así de espontánea como una risa,

surge la tesis que se sustenta en los espacios,

esos que llenamos de incertezas solo por el placer

de la ignorancia arrojada confiadamente

en el océano de ojos y manos como fundamentos,

de corazones hilados a dedo.

Mírame y pregúntame por lo que no sabemos

y déjame responderte en certezas,

de aquellas que nadie considera tales,

excepto los infantes,

como tu y como yo,

que se dejan encantar ante el silencio de las hondas esperanzas,

y no se impacientan más que con la ausencia

de eso que conocen desde que tienen vida,

eso mismo que alimenta esta paradoja,

esta defensa de lo que no es, lo que fue,

y lo que quizás no será.

No abrigaré esperanzas, me dejaré abrigar

por esa caprichosa incertidumbre,

singularidad en una neblina de color,

con la mano extendida para no perdernos.

23.

¡Que dificil es abrir el corazón al dolor de la ignorancia!

       Como me entrego dulcemente al ataque, al bombardeo

       de mi alicaída masculinidad, dando borbotones de sangre

       -como si existiera-

Escribiendo este tractat, ese texto que rasga los velos de mi templo,

me enfrento a otros textos, antes de mi,

deseando que los ojos supieran mirar en otra dimensión,

y haber nacido como un super humano (uno que conozca de verdad

                                                                 de verdad verdad,

                                                                 el nombre del Amor)

para asistir a tu nacimiento, a tus primeras palabras

y sentir esa llanura de ti, antes de saberme limitado,

antes de saberme yo mismo,

antes de desentenderme del futuro.

¿Qué estrellas me guiarán en esta noche?

Las dos que estando lejos me guiaron por tantas noches,

las de tu color, que siempre cambian y siempre son,

y de la mano de tantas palabras espero

encontrar nuevas constelaciones de poemas y ensayos,

preparándome a la idea del viaje inter textual

            hacia lo que te hace tu,

            hacia quién escribes y quien te escribe,

            y que sean otros artículos y adjetivos los que intenten

                                                                                   d-escribirte.

22.

Libres somos, como nunca fuimos destinados a serlo.

Destino amargo e inútil como el café frío,

  que bebes mirándome con ojos de ensueño roto

  a mi caída de miserables lágrimas.

21.

21.

El viejo dios, al que solo las plantas

adoran, se despide,

y con ello llegan sus hijas, paganas

y multiples, como flores de altura,

se encaraman en los postes

y le dan la bienvenida a esta,

la noche, la de siempre.

Pero no siento, no veo,

no creo, no la de siempre,

porque se van agotando estas

camino a ningún lado,

a la provincia que no corresponde,

al techo ajeno aunque reconocible.

Mi cara se alcanza a reflejar

en los multiples espejos de mis

mecanicas y subvencionadas extremidades,

y es un rostro raro, es una fruta

que dejamos demasiado cerca del sol,

que asusta a los niños al pasar,

pero más asusta a quien no la ve más

sino a través de tus ojos.

¿Quién puede acudir a por mi?

Pierdo la señal, se caen los cables

y el semaforo no cambia,

maldigo la fertilidad de padres y de abuelos,

que desembocaron en este callejón sin salida.

Expropia por favor estas casas solas,

abre una calle que conecte a mi camino,

elimina los pinos de mi cabeza y haz las conexiones,

para que tus animalitos emigren a mis pastos,

y reforestemos el camino a casa,

pongamos letreros de precaución

cambiame la cara, no me tengas miedo,

no, no dejes que me pierda, mas dame eternidad.

20.

Nunca se acaba,

porque parece girar y volver

al mismo punto una y

otra vez.

El día de los muertos debió ser

señal suficiente, del girar

de nuestros caminos, en torno

a un día de los santos eterno,

del inicio del sol, del fin del invierno,

de la despedida de la muerte

y el saludo al agua,

a la flora y fauna,

que va girando en nuestras venas

y se aprieta en nuestras manos.

Pero en ocasiones somos inmunes

al latir o al eterno girar,

y pretendemos seguir como si

fuera una línea recta,

un punto a y un punto b,

una delgada línea que trapecistas mediocres

como tu y como yo,

es ideal para sentir como si fuera todo

el todo en fracaso.

Giramos porque orbitamos,

emociones gravitacionales,

pasiones atrayentes y

, entre respiraciones cortadas,

y la entropía persiguiendonos la cola

giramos una vez más,

aunque pretendamos

dejar olvidada esa sensación,

al igual que un cosmetiquero

en días sin fiesta,

sigue girando,

nunca se acaba.