18.

Es claro y evidente,

que solo puedo amar

a quien no pueda alcanzar,

a quien no me corresponda,

a quien no merezca.

No puedo, y me niego,

a amar menos que ello,

me niego al conformismo

vacío y comercial,

y me entrego de lleno a la afrenta,

a la desafiante verdad

de buscarte a ti para besar.

Así, en el errático octubre,

donde el verde combina,

y donde las gotas no saben si caer,

ni los pájaros cantar,

me acerco a ti preparado,

a enfrentarme a ese vacío espacial,

y me subo a lo alto de la vereda

para alcanzar tus labios,

y me sorprendo

de haber alcanzado a sentirte,

somos del mismo porte,

y que de un beso,

milagrosamente salen tres,

de aquí a lo evidente

de la eternidad.

17.

Ah, las piernas se entumecen

                      y se vuelven torpes.

Ay, los brazos no se levantan,

                      me impiden alcanzarte

Oh, los ojos me fallan una vez más,

                      no veo hacia adelante,

         forzado a mirar hacia atrás

         allá donde no hay nada.

De pronto me agacho a mirar, a ojo desnudo,

cómo sabe el desierto, y cuáles son sus invisibles

ríos de agua viva...allí escondidos.

Se cierra mi ojo ante el poderoso cactus, pequeño

pero certero, lleno de vida,

y mis dedos tiemblan, se derrumban ante el teclado

al presenciar su clara nobleza.

Y empiezo a sentir ese fluir, de la verdadera vida,

y me da miedo atragantarme, y vuelve todo mi cuerpo

a fallar, piernas fallan, brazos caen, ojos encadilados,

porque la luz se refleja intensamente,

y ya no estamos en lo árido, sino en aquellos ríos

de folletos, de programas en el cable,

de una vida que se hace nuestra ahora,

que choca en la cara la fuerza de cascadas,

pero el pecho late fuerte,

diciendole a las extremidades:

estamos vivos, estamos vivos.

16.

Lo que duele aprieta desde dentro,

como una boa amordazante,

que se aloja en el alma, y sus escamas

hacia fuera, agarrando lo poco que

nos queda.

Lo que odia come hacia fuera,

y deja sus restos como despojos,

y de pronto, frente al espejo,

vemos que ya nuestro rostro,

tiene el oscuro y rojizo

color de la ira y vergüenza.

Lo que nos pasa, no es nuevo

ni en la historia ni en la vida.

Pero se siente como carne abierta,

como costra podrida, que no seca,

ni cae,

como un atentado, o un crimen,

como ninguno hubo en la historia

o en la vida.

Lo que nos espera, se ve largo

como ese túnel en el sur,

con el auto reclamando por aceite,

y una sola vía para avanzar.

Lo que nos queda es simple,

pero contradictorio,

es cobarde y valiente,  

lo que nos queda es lo que nos sobra,

en nuestras negaciones y negociaciones,

aferrandonos a las pelusas de la ropa

recién lavadas,

como si fuera lo único que pudiéramos

usar

la única prenda que hace sentido,

mientras lo demás se pierde en el

desagüe.

15.

Un poco patético,

pero ligeramente tierno,

se vió esa tarde.

Porque, aunque de papel,

y separado por un vidrio,

        que hace más patente la distancia,

no pudo contenerse,

y a olvidar que el papel es

papel solamente,

y que el vidrio es frío,

fresco pero sin vida,

desprovisto de labios que respondan

a las preguntas más importantes.

Un beso y una caricia y una lágrima

y una pena y una soledad

aún más grande que la fragilidad existencial

de un retrato en la pared,

real en tanto se mira,

ficticio en cuanto se niega,

torturante cuando se le añora,

un poco patético y triste,

cuando se le besa tiernamente.

14.

Me llama poderosamente

la atención, como cerca del fin,

la música de tus labios

arma una sinfonía neuronal en mi

una orquesta de dicha,

que aliviana la ansiedad.

Esa pieza musical alta,

breve y a veces espaciada por el

ocasionalmente diabólico silencio,

que es roto por ese instrumento de

bondad, que brota de tu talento.

Que talentosa eres, amada mia,

que aún en esta noche,

la noche donde el diablo ronda el hogar,

espantas todo mal,

iluminas mi sueño        (porque ahora puedo soñar),

y aún sin quererlo,

me haces feliz, mi alma se aquieta,

con tu sinfonía, ay, tu risa.

12.

La gran terminación se abalanza

hacia nosotros, con gran temor

porque sabe que tiene poco tiempo

para romper cada alegría,

y cada encanto

de una vida más allá de la vida.

Es un jinete feroz, saca la gran espada

reluciente y con sangre, es el horror,

y de pronto me veo perdido en esto,

un callejón sin salida

donde todo rostro

se esconde y no me mira.

La gran terminación no se cansa

pero tampoco sabe del amor

porque del perdón piensa un error,

y la esperanza una herejía

y ese defecto

me hace ver una salida.

13.

No me sentí falso

parado frente a ti,

con esa sonrisa que me dejó

estar entregando mi vida

a ese propósito

y escuchar las palabras,

las más dulces

acariciando mi corazón

desde dentro.

Estaba allí, entregado a ti,

y supe que,

la vida era mejor,

que habían finales de

felices para siempre.

Estaba yo, como hoy,

como un gran saco de enamoración

pero sin dolor, sin miedo.

La verdad es evidente,

no se empaña con las circunstancias,

y se siente hoy igual,

nos amamos y lo declaramos.

Hoy vivo esa verdad,

aún hoy, entre otras crudezas.

Duele un poco, pero sigue siendo

certeza que descansa.

No se empaña, se siente igual,

declaro: te amo.