Tuesday, October 27, 2015

17.


Ah, las piernas se entumecen
                      y se vuelven torpes.
Ay, los brazos no se levantan,
                      me impiden alcanzarte
Oh, los ojos me fallan una vez más,
                      no veo hacia adelante,
         forzado a mirar hacia atrás
         allá donde no hay nada.

De pronto me agacho a mirar, a ojo desnudo,
cómo sabe el desierto, y cuáles son sus invisibles
ríos de agua viva...allí escondidos.
Se cierra mi ojo ante el poderoso cactus, pequeño
pero certero, lleno de vida,
y mis dedos tiemblan, se derrumban ante el teclado
al presenciar su clara nobleza.
Y empiezo a sentir ese fluir, de la verdadera vida,
y me da miedo atragantarme, y vuelve todo mi cuerpo
a fallar, piernas fallan, brazos caen, ojos encadilados,
porque la luz se refleja intensamente,
y ya no estamos en lo árido, sino en aquellos ríos
de folletos, de programas en el cable,
de una vida que se hace nuestra ahora,
que choca en la cara la fuerza de cascadas,
pero el pecho late fuerte,
diciendole a las extremidades:

estamos vivos, estamos vivos.

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