Sunday, February 07, 2016

5.


Las estrellas están allá arriba
Pero las nubes no las dejan mostrarse
Si desde arriba quisieran saludarnos,
nosotros, aún mirando hacia allá
agitaríamos las manos hacia la nada.

De pronto es de noche
y tanto el sol como las sonrisas
la confianza y la paz
se fueron sin que miráramos el reloj.
Agitamos nuestras manos,
no hacia el cielo,
sino el uno al otro,
intentando agarrar el sol que fue corriendo
hacia las memorias del día que recién pasó.

Nos abrazamos como si fuera el fin del mundo
(y sí que lo es)
esperando ahuyentar las sombras
y de atrapar al esquivo diablo del poniente.
Llegó la noche,
y aunque juntos, hace frío,
y aunque juntos, está oscuro.

¿Cuánto falta para amanecer?
Porque tengo miedo,
pero te susurró diciendo que el fin pasará.
Que el sol volverá, porque ha sido así siempre,
¿por qué fallaría justo hoy,
con nosotros ahí, solos,
sin las estrellas velando por nosotros?

Es el fin del mundo,
y me calma pensar que mañana volverá a estar,
y que olvido que, así como esta noche,
han habido tantas otras,
largas, frías y nubladas,
que siempre terminan.
En tus brazos, que se diluya la oscuridad,
y que vuelvan a salir los niños a jugar.
Sin la luz artificial,
que el verdadero astro se alce en la cordillera
y que con manos calmas,
sudadas por el temor, juntas,
contemplemos el majestuoso fin de esta noche, la más oscura.

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